Una de las características de los medios de comunicación actuales es la presencia cada vez más abundante de términos. El periodista recurre a unidades terminológicas que se usaban hasta entonces en contextos especializados. Estas unidades, en el momento que cruzan la frontera de lo público y empiezan a usarse también en contextos comunicativos generales, con mucha probabilidad, sufrirán distorsiones de distinta naturaleza desactivando incluso su valor terminológico.
Autoras como Cabré (2015) o Ciaspucio (2005) defienden que son las condiciones de uso de una palabra las que determinan su valor terminológico. Así pues, el valor de término de una unidad léxica es una cuestión pragmática. Además, esas mismas características extralingüísticas de la situación comunicativa permiten también saber si una unidad es o no neológica. En Estopà (2016) constatamos que ciertos términos usados en textos médicos en la prensa de gran difusión eran neónimos para el receptor, pero no para el especialista. Anteriormente, otras investigadoras habían utilizado la noción de neología del emisor y neología del receptor (Guerrero 2008, Cabré 2015). En esta orientación cobra sentido la idea de Adelstein (1996) y de Guerrero y Pérez Lagos (2012), de que un término que se usa en un contexto de divulgación sufre un proceso de banalización que implica la activación de un mecanismo de formación de neologismos.
Lo cierto es que la salud y la enfermedad son temas que preocupan enormemente al ciudadano del siglo XXI. Y esa preocupación se refleja en la prensa a través de textos en los que se usan términos médicos. Pero la influencia de la medicina en nuestra sociedad se observa especialmente también en el uso de términos médicos queaparecen, a través de metáforas, en textos que no hablan de medicina. En este trabajo hemos estudiado un conjunto de términos médicos que, en los discursos políticos relacionados con el Proceso de Catalunya, se han utilizado a través de metáforas negativas y destructivas para descalificar principalmente las posiciones políticas partidarias de la celebración de un referéndum. El nuevo sentido dado al término virus en sintagmas como virus del miedo, virus populista, virus de la inseguridad, virus de la corrupción, o términos médicos que adquieren nuevos significados como estrés sociopolítico, fractura social, psicopatía, vacuna, país enfermo, toxicidad, avalan este transvase de un dominio a otro. Frases como Cataluña es un país políticamente enfermo, Cataluña y el virus de la inseguridad, no debemos dejarnos inocular el virus del miedo, vacunarse frente al virus populista, etc. permiten dibujar una constelación de unidades léxicas con significados nuevos usados en el ámbito politicosocial que alimentan una visión no deseable y distópica de la situación.
El objetivo de esta comunicación es presentar los resultados del estudio de los nuevos significados que en este momento histórico especialmente sensible se están dando a términos de medicina en situaciones comunicativas que no son médicas, construyendo una constelación de metáforas negativas. La distopía a la que conducen esos nuevos usos de términos médicos es una muestra clara de la perversión con que podemos usar el lenguaje.